lunes, 16 de enero de 2017

                                 ¡Tierra!


Viernes, 18, undécimo del viaje. Ya desde el alba varios marineros de la Nao Real clavaban con ahínco su vista perspicaz en unos puntos lejanos y borrosos que tan pronto semajaban  blancas crestas de rocas, como nubes acabando por insinuarse la de la mañana cuando un marinero, que no se creía víctima de apariencias engañosas, solicitó hablar al rey. Carlos se hallaba ya vestido y dispuesto para salir de su cámara y, al ser advertido de su venida, le mandó entrar en ella. Despúes de hacerle la reverencia debida, el marinero, dijo al rey :- Señor, he visto la tierra de Vizcaya. 


El monarca se mostró muy complacido, así como como los señores de su sequitó. Inmediatamente Carlos ordenó se le diese el vino ofrecido y le preguntó cuánta distancia podría haber hasta allí, ofrecido y le preguntó cuánta distancia podría haber hasta allí, contestando el afortunado nauta que no habría menos de treinta y ocho o cuarenta leguas, pero que, a causa de que el viento era tan flojo, no sería hoy sino mañana por la tarde, cuando allá llegasen. A las horas llegaron, se encontraron con 


                                                                        CONTINUARÁ.........

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